Seguridad de pasajeros y tripulantes de cruceros y protestas en Argentina

Las compañías de cruceros de lujo han modificado sus itinerarios para garantizar la seguridad de pasajeros. Recientemente, los pasajeros de algunos cruceros de lujo han sido hostigados y agredidos verbalmente y no han podido desembarcar, debido a las airadas protestas de manifestantes argentinos que afirman que las visitas a Las Malvinas son ilegales según la ley provincial actual. Tales sucesos han llevado a Ministros y legisladores británicos a condenar las acciones de estos activistas, exhortándoles a “permitir que los cruceros viajen sin la amenaza de impedimentos”.

No obstante, parece que las peticiones de civismo caen en saco roto, ya que los manifestantes han avivado la confrontación derivada del deterioro de las relaciones diplomáticas entre Gran Bretaña y Argentina. Banderas inglesas y neumáticos fueron quemados y pasajeros de avanzada edad abordados y molestados, mientras los activistas insistían en que los buques atracaron ilegalmente.
Los manifestantes argentinos denuncian que el Star Princess, un crucero bermudeño, y el Seabourn Sojourn, un navío de Las Bahamas, atracaron en provincias de la región, Malvinas y Tierra del Fuego incluídas, lo que constituye una violación de la ley Gaucho Rivero.

La ley Gaucho Rivero afecta a las cinco provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Buenos Aires, y prohíbe el amarre a buques británicos que operan en la “explotación de recursos naturales” alrededor de Las Malvinas. La norma pretendía controlar a los navíos británicos y con bandera de conveniencia que se dedican al sector de los hidrocarburos en Las Malvinas; sin embargo, según los activistas, los sindicatos locales y algunos políticos de renombre, también se aplica a las líneas transatlánticas.

Las protestas se han producido con regularidad desde noviembre del año pasado, afectando a casi 10.000 pasajeros. En diciembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña “convocó formalmente” a la Embajadora argentina Alicia Castro, debido a “la falta de respuesta del Gobierno argentino ante reiteradas solicitudes para que garantice que el tráfico marítimo británico y de otras nacionalidades no sufra trastornos en los puertos argentinos”.

El Foreign Office declara: “No debería impedirse que los navíos implicados en operaciones comerciales legítimas, turismo incluído, se dediquen a sus negocios. Las actuaciones, cada vez más agresivas, del Gobierno argentino contra el pueblo de Las Malvinas son inaceptables y deben cesar”.

Se espera que Gran Bretaña presente oficialmente sus quejas contra Argentina ante la Organización Marítima Internacional, la Unión Europea y la Organización Mundial del Comercio.

El acoso de pasajeros y tripulación y las alteraciones en los puertos han asumido diversas formas: oficiales argentinos que han negado abiertamente el permiso de entrada a puerto y han provocado retrasos a los cruceros, activistas enmascarados que han saqueado oficinas de compañías navieras, y líneas transatlánticas obligadas a modificar sus itinerarios para apaciguar a los lugareños y evitar problemas.

El Seabourn Sojourn, de propiedad americana y con base en Las Bahamas, fue retenido cuando intentaba zarpar de Buenos Aires el 4 de diciembre, aunque siguen proliferando las especulaciones sobre el verdadero motivo de la demora. La declaración oficial del crucero afirma que el retraso fue “debido a la indisponibilidad temporal del remolcador requerido”.

Sin embargo, los medios británicos informaron que la causa del retraso fue una protesta por parte de trabajadores argentinos del puerto. El navío fue retenido en el puerto durante 7 horas, presuntamente porque el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos exigía que el capitán del Sojourn se comprometiera a no visitar Las Malvinas. Finalmente, se permitió que el buque continuase su itinerario, navegando hacia la siguiente escala en Montevideo, Uruguay.

El pasado noviembre, la compañía de cruceros alemana AIDAcara canceló una escala en Port Stanley debido a las fuertes protestas acontecidas en Buenos Aires. Las oficinas de la naviera Argentine Shipping Services habían sido asaltadas por activistas que, al parecer, manifestaron a los agentes marítimos que impedirían el amarre de cruceros en puertos argentinos si no eliminaban de sus itinerarios los viajes a las Islas Malvinas. Según el británico Daily Telegraph, no hubo intervención policial oficial ni se practicaron arrestos, lo que provocó la indignación del Gobierno británico y avivó el fuego diplomático.

Las protestas están afectando tanto a Argentina como a las Islas Malvinas. Holland America Line y MS Veendam, ambas propiedad de la compañía con sede estadounidense Carnival Corporation, han anulado sus escalas en Las Malvinas. Mientras tanto, el temor de convertirse en objetivo de los activistas también ha hecho que P&O altere sus itinerarios: la compañía anunció que sus barcos evitarán todos los puertos argentinos durante su visita a las Islas Malvinas. Al mismo tiempo, otras grandes compañías de cruceros estarían “considerando su posición” y evaluando los problemas potenciales de mantener sus itinerarios ante la creciente controversia. Silversea Cruises no correrá riesgos que afecten a la seguridad de pasajeros y tripulación, en consecuencia, ha cancelado todas las visitas a las Islas Malvinas.

Penny Guy, oficial de la Passenger Shipping Association, enfatizó la importancia de la seguridad de pasajeros y tripulantes, afirmando que cambiar de planes es la solución natural si surgen “problemas en ciertos países”.
“Nos sentimos muy defraudados por el hecho de que los cruceros se estén viendo afectados por visitar las Islas Malvinas o por viajar a Argentina”, declaró.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña alega que Argentina está intentando “estrangular” la economía de Las Malvinas, puesto que el sector de los cruceros turísticos genera 10 millones de libras esterlinas anuales y proporciona empleo estable a una cuarta parte de la población activa.
“Condenamos rotundamente cualquier intento de coartar el legítimo ejercicio de actividades empresariales”, declaró Hugo Swire, el Ministro británico de Asuntos Exteriores. “El Gobierno británico lamenta profundamente que algunos sectores en Argentina hayan emprendido recientemente acciones dirigidas a perturbar los cruceros que visitan Las Malvinas”.

En respuesta a las agresivas protestas argentinas, el Gobierno de Las Malvinas ha condenado “las amenazas a los operadores de cruceros” y está pidiendo a las líneas transatlánticas que “se mantengan firmes” ante tales intimidaciones y sigan visitando las islas.

La polémica se agudizó el año pasado, trigésimo aniversario de la Guerra de las Malvinas, cuando la Presidenta argentina Cristina Kirchner realizó agresivas propuestas diplomáticas acerca de la recuperación de la jurisdicción argentina sobre Las Malvinas. El 3 de enero del presente año, la Presidenta Kirchner aumentó la presión dirigiendo una carta abierta al Primer Ministro británico, David Cameron, expresando su deseo de que las islas vuelvan a estar bajo el control de Argentina.

No obstante, parece que a los habitantes de Las Malvinas no les entusiasma la perspectiva de volver a pertenecer a la jurisdicción argentina. En marzo del 2013 se celebrará un referéndum para determinar la disputada soberanía sobre las islas, que debería confirmar hacia dónde se inclinan las lealtades de sus más de 3.000 habitantes. Se espera que, en general, los residentes de las islas rechacen las pretensiones de Argentina y voten por permanecer bajo jurisdicción británica, aunque queda por ver si el Gobierno argentino aceptará el resultado.

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