Derecho marítimo y delitos en alta mar
Para millones de viajeros, los cruceros son una estupenda oportunidad para dejar atrás el mundo real. Ofrecen un ambiente seguro y divertido en el que disfrutar de actividades como los juegos de azar y el consumo de alcohol sin las molestias del papeleo o la amenaza de un arresto. Desafortunadamente, la falta de jurisdicción en el mar puede constituir un problema grave en caso de ser víctima de un delito a bordo de un barco crucero.
Incidentes como los incendios, la piratería, colisiones con rocas o iceberg y los delitos mismos son poco frecuentes en los cruceros. Entre 2004 y 2007 las líneas de crucero han reportado la desaparición de 28 personas en alta mar, de las que sólo tres han sido encontradas. También se informó sobre 200 casos de agresión o conducta sexual inapropiada, así como 4 casos de hurto mayor durante el mismo periodo.
Sin embargo, el problema real del crimen en los cruceros no es su frecuencia (afortunadamente muy reducida, teniendo en cuenta los millones de pasajeros que hacen cruceros cada año), sino las dificultades que conlleva procesar a los infractores y aplicar la ley marítima. Son muy pocos los casos registrados que se han investigado en condiciones, y menos aún los que se han resuelto.
Hay muchos factores que complican la aplicación del derecho marítimo. La realidad es que los cruceros no están obligados a reportar datos sobre delitos a ninguna institución gubernamental oficial y la responsabilidad de hacer cumplir la ley marítima recae a menudo sobre el Estado bajo cuyo pabellón navega el barco. Cuando se trata de priorizar el cumplimiento de la normativa marítima, cada país es diferente y ésto contribuye a aumentar la confusión en caso de delito.
Determinación de competencias según el derecho marítimo
En 2006, una pasajera que iba de vacaciones a bordo de un barco crucero de la Royal Caribbean fue víctima de agresión sexual y violación en su camarote. Tras regresar inmediatamente a Los Angeles, presentó su declaración al FBI y se encontró con que el sistema judicial de los EE. UU. no podía hacer nada.
El derecho marítimo global existente establece que los cruceros han de hacer todo lo posible por asegurar la seguridad del pasaje. Sin embargo, determinar la jurisdicción puede ser complicado, ya que depende de si el buque se encontraba en aguas internacionales o en el litoral nacional cuando se cometió el crimen, y del pabellón enarbolado por el barco crucero.
Para desgracia de esta mujer, el barco navegaba por aguas internacionales cuando tuvo lugar la presunta agresión y estaba matriculado en Liberia. Antes de que el incidente motivara en 2006 una audiencia en el Congreso sobre delitos en este tipo de buques, la línea de cruceros había registrado 66 casos de presuntas violaciones entre 2003 y 2005, sin que ninguno de ellos diera lugar a una actuación judicial exitosa.
Cada país tiene su propia versión de las leyes marítimas, lo que significa que los delitos relacionados con los cruceros deben examinarse necesariamente caso a caso. Ante todo, el país donde está registrado el barco crucero determina qué normas son de aplicación. En el caso del buque de la Royal Caribbean matriculado en Liberia, sólo sería aplicable la ley marítima liberiana, que supuestamente han de hacer cumplir las autoridades del país.
También hay competencias adicionales implicadas dependiendo de dónde fondea el buque. Si un barco atraca en Long Beach, California, las leyes de este Estado serán de aplicación para el navío, su pasaje y su tripulación, independientemente del país donde esté matriculado.
Normalmente, las leyes de un país se aplican a cualquier buque que se encuentre a menos de 12 millas (19,3 km) de sus costas, con algunas excepciones. Por ejemplo, no se permiten los juegos de azar a bordo de ningún barco hasta que se halle a más de 12 millas de la costa americana, independientemente de su pabellón.
En la zona contigua, un área que comprende entre las 12 y las 24 millas respecto a cualquier litoral nacional, la jurisdicción nacional es limitada. Los países pueden patrullar sus fronteras dentro de esa franja e incluso prevalecer sobre la autoridad del estado bajo cuyo pabellón navega un barco, mientras éste se encuentre a menos de 24 millas de la costa.
En cuanto el buque esté a 24 millas de la costa, se considera que navega en aguas internacionales. En tal caso, sólo está sujeto a las leyes de su estado de pabellón. Por ejemplo, un buque registrado en Panamá que se encuentre a 25 millas de la costa de Florida sólo está sujeto a la ley panameña, no a la de los EE. UU. o Florida.
Aunque la inmensa mayoría de los pasajeros de cruceros lo ignoran, las líneas de crucero pueden también determinar en la letra pequeña del billete dónde podrán emprenderse acciones legales contra ellas. Si el billete especifica que las demandas contra la línea de cruceros sólo podrán presentarse en Miami, cualquier otro tribunal estatal rechazará casi siempre el caso. Por estos motivos, los litigios contra las líneas de crucero son infrecuentes; no sólo es difícil presentar una demanda, sino que las que se presentan casi nunca progresan.
Ventajas de la permisividad legal
La mayor parte del tiempo no tendrá por qué preocuparse de delito alguno a bordo de un buque crucero. Para quienes desean evadirse y disfrutar de actividades que normalmente son ilegales o están prohibidas en sus países de origen, navegar en alta mar constituye una gran oportunidad para divertirse de forma segura, sin tener que preocuparse de arrestos o excesos legislativos. Por esta razón los pasajeros de los cruceros matriculados en los EE. UU. pueden participar en juegos de azar o tomar alcohol a todas horas (mientras su hígado y el camarero del barco lo permitan) sin violar ninguna norma americana sobre el juego o la intoxicación en público.
La nebulosa jurisdicción en la que navega el derecho marítimo suele ser una ventaja, mientras no se cometan delitos. Es importante recordar que, a pesar de la falta de claridad de la ley marítima, las vacaciones en crucero suelen ser seguras y ajenas a la actividad delictiva. Dicho ésto, siempre será buena idea que los viajeros estén informados y se preparen para los posibles riesgos ¡y no olviden nunca leer la letra pequeña!
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